Vistas de página en total

sábado, 17 de mayo de 2025

La guerra [integral] no declarada de Estados Unidos contra China (II)

 

Nota: Hace tres semanas inicié la publicación de este artículo que por su extensión será publicado en tres entregas. Sin embargo, el fallecimiento del Papa Francisco y las conmemoraciones del 50 aniversario de la derrota de Estados Unidos en Vietnam y el 80 de la victoria en la Gran Guerra Patria de la Unión Soviética interrumpieron la zaga. Ahora la retomo con este texto.

La siempre presente “Teoría del Heartland” enunciada a comienzos del siglo XX por el geógrafo británico Halford MacKinder establecía que la potencia que controlara el Asia Central dominaría el mundo. Esta hipótesis se imbricaba con la idea de Zbigniew Brzenziski, de quien -a pesar de ser asociado al partido demócrata y por tanto despreciado en los círculos de poder del gobierno republicano- se asumía el postulado que refería a la necesidad de expansión de la presencia de Estados Unidos hacia el este hasta llegar a las fronteras con China.

He aquí algunas de las causas del esfuerzo anti chino de la administración Bush que llevaron a Condoleezza Rice a la secretaría de Estado, bajo la necesidad de unir energía y voluntad en el objetivo supremo de construir esa coalición contra Beijing que incluyera a India, Japón, Australia y la República de Corea. Por su supuesto, todo esto iba acompañado con un creciente armamentismo, el aumento del presupuesto del Pentágono y las agencias de seguridad y espionaje. En realidad, podría decirse que este es el verdadero trasfondo del asunto. Finalmente, y no por ello menos importante, convertir a China en el enemigo principal era un gran negocio para el Complejo Militar Industrial estadounidense.

El énfasis fue puesto en el desarrollo de la Armada, el componente de ataque más importante de las fuerzas armadas de Estados Unidos si se considera que la ofensiva es su primordial tipo de combate. El desarrollo de fuerzas de tarea alrededor de los portaviones estuvo en el centro del quehacer de los teóricos y de los altos mandos militares.

En términos castrenses, ello significó la articulación del entramado de bases militares y navales de Estados Unidos en Japón, Corea, Filipinas, el Pacífico y Australia, todo con el objetivo de “cercar” a China. Rice hizo un gran esfuerzo por incorporar a India a este conglomerado toda vez que este país se encontraba vetado por el Congreso de Estados Unidos por su negativa a suscribir el tratado de No Proliferación Nuclear. Para lograr este objetivo, el propio presidente Bush se abocó a solventar las dificultades proponiendo y logrando con India un programa de desarrollo de armamento nuclear apoyado por Estados Unidos que permitiría burlar el impedimento parlamentario.

Así, Estados Unidos comenzó a construir una telaraña terrestre y naval alrededor de China en sus límites orientales, occidentales y meridionales, considerando que su frontera norte comenzó a estar “resguardada” por la creciente relación con Rusia que tuvo un punto cúlmine con la creación de la Organización de Cooperación de Shanghái en junio de 2001 (antes de los atentados terroristas del 11 de septiembre) y que significó una nueva alerta para Estados Unidos en tanto que el siglo que comenzaba auguraba novedosas variantes geopolíticas que se alejaban del control de Washington.

jueves, 8 de mayo de 2025

La batalla final. Derrota del fascismo y victoria soviética en la Gran Guerra Patria



NOTA: Desde febrero de 2023 cuando se conmemoró el 80 aniversario de la derrota nazi en Stalingrado vengo escribiendo artículos para evocar y celebrar el octogésimo aniversario de la extraordinaria epopeya de los pueblos de la Unión Soviética. Con esta entrega culminamos esta zaga de siete artículos que vistos en su conjunto permiten esbozar con claridad la excepcional gesta de la Gran Guerra Patria.

En la entrega anterior, refería que el 9 de marzo de 1945 se dieron las instrucciones finales para la operación que debía culminar con la derrota de la Alemania nazi en Berlín. No se trataba solamente de un hecho bélico. La forma y el contenido que adquiriera esta batalla y su eventual conclusión, habría de moldear el sistema político que imperaría en el mundo de la posguerra. Por ello, era fundamental que esta victoria implicara la liquidación total del fascismo como sistema político y social dominante en Alemania.

El plan diseñado por el alto mando político-militar soviético para la toma de Berlín se sustentaba en el aniquilamiento de la principal agrupación enemiga y la ocupación de la región industrial del Ruhr que además era una importante cuenca minera en la que habitaba parte relevante de la población alemana.

Ahora, los planes soviéticos debieron contemplar también el accionar de las tropas estadounidenses e inglesas que atacaban a Alemania desde el oeste y que pugnaban por apoderarse del sur del país con el objetivo de irrumpir en Austria y Checoslovaquia. No obstante que la Conferencia de Yalta, realizada en febrero había instituido las zonas límites de las operaciones para cada potencia y había establecido que tales líneas pasaban muy al oeste de Berlín, Inglaterra no ocultaba su intención de llegar primero a la capital del Reich. En este sentido, no había unidad de criterios entre los aliados toda vez que por intereses particulares buscaban una resolución propia para el conflicto.


La dirección política-militar soviética sabía que tanto ingleses como estadounidenses buscaban acuerdos por separado con el ejército alemán a fin de que tras el inminente fin de la guerra, pudiera ser utilizado como ariete contra la Unión Soviética. De hecho Alemania retiró un importante contingente de tropas de Occidente para llevarlas al Frente Oriental con el objetivo de facilitar el trabajo de los aliados y dificultárselo al Ejército Rojo. En el contexto, las relaciones entre el alto mando militar aliado y el soviético eran ambivalentes.

El Estado Mayor en Moscú comenzó a tomar nota de que no podía confiar en las informaciones entregadas por sus contrapartes de Washington y Londres. Los generales soviéticos comprendieron muy rápidamente que solo podían fiarse en sus propias fuentes de información sin desestimar lo que les llegaba desde el oeste, comprobando -eso sí- la veracidad de estas últimas. La información llegada a Moscú le permitió a Stalin comprender que las acciones encubiertas para escamotearle el triunfo a la Unión Soviética estaban a la orden del día. Llegó a la conclusión de que la perfidia era propia de Inglaterra y de Churchill quien estaba dispuesto a todo para destruir a la Unión Soviética. Eso incluía hacer pactos secretos y acuerdos de todo tipo con los nazis. Curiosamente, el líder soviético hacía una apreciación distinta de Roosevelt y de los generales estadounidenses.

Tras estudiar la situación estratégico-operativa, el alto mando soviético concluyó que la batalla por Berlín podría comenzar a mediados de abril. Durante los últimos días de marzo y primeros de abril se celebró una nueva reunión en Moscú en la que participaron junto a Stalin, los miembros del Estado Mayor General y los jefes de los Frentes que irrumpirían sobre Berlín. Se trataba de afinar los últimos detalles. La ofensiva sobre la capital imperial debía comenzar el 16 de abril.

Las condiciones operativas no eran óptimas porque el 2do. Frente de Bielorrusia al mando del Mariscal Rokossovski no podía iniciar las acciones simultáneamente con sus pares porque antes, debía vencer la resistencia que seguían ofreciendo algunas agrupaciones nazis al sureste de Danzig y el norte de Gdynia ciudades ubicadas a unos 500 Km. al noreste de Berlín. Sin embargo, la situación política obligaba a tomar la decisión de iniciar las operaciones en el menor tiempo posible. La carrera por Berlín determinaría el futuro de Europa y del mundo.

Durante la primera quincena de abril las agrupaciones de combate se abocaron al reagrupamiento de las tropas, la garantía de un seguro abastecimiento logístico y la acumulación de las reservas necesarias para la batalla que se avecinaba. Así mismo, se debían realizar todos los preparativos operativos, tácticos y de otro tipo que aseguraran la victoria. Los generales soviéticos, curtidos en casi cuatro años de guerra, sabían que ninguna otra batalla había tenido las características de la que se aproximaba.

Mientras tanto, Hitler comprendió que estaba a punto de librar un combate decisivo. Por ello dio órdenes para una concentración de tropas nunca antes vista. En las direcciones principales los generales del ejército alemán fueron sustituidos por altos jefes de las SS, fuerza paramilitar nazi de élite al mando del jerarca nazi Heinrich Himmler. Esto era clara expresión del nivel de importancia que se le daba a la eventual batalla. Hitler pensaba que aún podía resistir e incluso derrotar al Ejército Rojo. Se realizaron importantes trabajos de fortificación y obras ingenieras que incluían decenas de kilómetros de túneles que permitirían la maniobra oculta de las tropas dentro de la ciudad.

En este contexto, el alto mando soviético y el Comité Central del Partido Comunista de la URSS desplegaron una gran labor entre los oficiales y soldados para hacer conciencia en torno a que el pueblo alemán había sido víctima de la propaganda hitleriana y que no era el enemigo a vencer. En esa medida, se establecieron normas precisas para el tratamiento de la población civil.

A las 5 de la mañana del 16 de abril, comenzó la preparación artillera. El ruido producido por el fuego de los cañones, obuses, morteros y la artillería reactiva estremecieron la madrugada. En el aire, la aviación hacía lo suyo cumpliendo las misiones establecidas en el plan de operaciones. En un primer momento, no hubo respuesta enemiga, evidentemente quedaron paralizadas por la intensidad y la contundencia del fuego, tanto, que la preparación artillera fue detenida antes del tiempo previsto. Los tanques se lanzaron a la ofensiva. Según relata el mariscal Gueorgui Zhúkov en sus memorias: “Fueron lanzados sobre la cabeza del enemigo, 2.450 vagones de proyectiles, o sea, casi 98.000 toneladas de metal. La defensa enemiga había sido destruida y demolida en una profundidad de 8 kms. Y algunos centros de resistencia en una profundidad de 10 a 12 km”. La batalla por Berlín había comenzado.

A pesar de haber ocupado la primera y segunda línea de defensa alemana, las tropas soviéticas encontraron una fuerte resistencia en las alturas de Seelow (ubicadas a unos 90 km. al este de Berlín) que duró hasta el 19 de abril. El mando soviético había subestimado las condiciones del terreno que habían permitido a los alemanes organizar una férrea defensa. La hábil maniobra conjunta del 1er Frente Bielorruso al mando de Zhúkov y el 1er. Frente Ucraniano bajo las órdenes del Mariscal Iván Kónev, obligaron a las tropas alemanes a un desesperado repliegue hasta el borde exterior de la defensa ubicado en la zona urbana de Berlín.

Los inconvenientes de estos días, propios de una operación de esta envergadura motivaron desavenencias de Stalin con sus generales, en particular con Zhúkov y Rokossovski. En algunas circunstancias el máximo líder soviético actuaba más por deseos que por realidades y era incapaz de reconocer que se había equivocado. Sin embargo, en esta ocasión, había sido Zhúkov quien había cometido un error de apreciación como él mismo lo reconoció posteriormente. Por suerte, todo fue subsanado rápidamente y la ofensiva continuó su curso. El 20 de abril comenzó el asalto a la capital del Reich.

El 21 de abril, el Consejo Militar del 1er. Frente de Bielorrusia encargado de la toma de Berlín dirigió una proclama a las tropas que en algunas de sus partes decía: “A los soldados, sargentos, oficiales y generales […] Queridos camaradas: Ha llegado la hora decisiva de los combates, Ante ustedes está Berlín, capital del Estado fascista alemán […] Sus unidades se han cubierto de gloria inmarcesible. Para ustedes no hubo obstáculos ni ante los muros de Stalingrado, ni en las estepas de Ucrania, ni en los bosques y pantanos de Bielorrusia. No los han detenido las potentes fortificaciones que han superado ahora en los accesos a Berlín. Ante Ustedes, campeadores soviéticos, está Berlín. Deben tomar Berlín y tomarlo lo antes posible para no dejar que el enemigo se rehaga […] ¡Al asalto de Berlín, a la victoria total y definitiva camaradas de armas! Con audacia y valor, en amistosa cooperación de todas las armas, con buen apoyo mutuo barreremos todos los obstáculos y nos lanzaremos adelante, solo adelante, al centro de la ciudad, a sus suburbios del sur y del oeste al encuentro de las tropas aliadas que avanzan por el oeste. ¡Adelante, a la victoria!”

Cuando las tropas soviéticas irrumpieron en Berlín, las fuerzas defensivas nazis estaban debilitadas por los combates previos, pero en la medida que las unidades de vanguardia se acercaban al centro de la ciudad, la resistencia era cada vez más feroz. La ofensiva era continua, no se detenía ni siquiera en la noche. Se trataba de dividir al enemigo y aniquilarlo por partes. El plan diseñado por el alto mando soviético se fue desarrollando concienzudamente.

El día 22 de abril, los alemanes comprendieron que su última opción era retirar las tropas de las zonas rurales aledañas -donde cumplían la misión de contener al ejército aliado- traerlas a la ciudad e intentar desbaratar la ofensiva soviética. Las fantasías de Hitler lo llevaban a vislumbrar que todavía era posible una derrota soviética en Berlín pero la realidad iba demostrando que eso no pasaba de ser expresión de deseos. Las tropas alemanas que debían ser trasladadas a la ciudad (12do. y 9no. Ejércitos) no pudieron hacerlo porque fueron aniquiladas por el 5to Ejército de choque al mando del general Nikolái Berzarin. A esta unidad le correspondió la misión de apoderarse de los edificios centrales del Estado alemán, incluyendo la Cancillería imperial donde se encontraba el Cuartel general de Hitler.

El 25 de abril los acometimientos en la ciudad se extendieron y se hicieron más violentos aun, los alemanes seguían resistiendo. Los combates arreciaban hora a hora, minuto a minuto. El día 29, tras encarnizados enfrentamientos fue ocupado el edificio de la alcaldía de Berlín. En ese momento, Hitler dijo que era mejor entregar Berlín a los estadounidenses que a los rusos. La orden era combatir hasta el final y si no era posible defenderla, solo debía ser entregada a los estadounidenses.

A las 13:45 horas del 30 de abril, el 3er. Ejército de Choque bajo el mando del coronel general Vasili Kuznetsov tomó la parte fundamental del edificio del Reichstag. Pero las tropas selectas de la SS seguían pugnando por proteger la guarida del dictador. El combate era cruento y furioso hasta que a las 21:30 horas los sargentos Mijaíl Yegorov y Melitón Kantaria enarbolaron la bandera roja con el martillo y la hoz en la cúpula principal del Reichstag.

El 1° de mayo los soldados alemanes que resistían en el edificio del gobierno imperial se rindieron en su totalidad. El sueño de millones de soviéticos se había hecho realidad, cuatro años de dura guerra habían quedado en el pasado. El heroísmo de los pueblos de la Unión Soviética habían logrado la victoria frente a un enemigo poderoso y brutal. La Alemania fascista había sido derrotada, las causas más puras de la humanidad: paz y justicia habían sido reivindicadas por el pueblo, el gobierno y las fuerzas armadas soviéticas.

Ese mismo día, altos oficiales del ejército alemán establecieron contacto con contrapartes soviéticas para negociar un armisticio. Más tarde, todavía durante la madrugada circuló la noticia del suicidio de Hitler el día anterior. Unas horas después, el mando soviético recibió una carta de Joseph Goebbels, alto jerarca nazi en la que manifestaba que de acuerdo con el testamento de Hitler, él, junto a Martin Bormann, otro líder nazi y el almirante Karl Dönitz habían sido designados por Hitler para realizar negociaciones de paz con la Unión Soviética. El general Zhúkov, máximo líder soviético en Berlín le respondió solicitando una capitulación total e incondicional de la Alemania fascista. Informado Stalin de la decisión, la avaló en su totalidad.

La diferencia de criterios entre el gobierno soviético y los nuevos líderes alemanes que trataban de ganar tiempo para entregarse a los estadounidenses y británicos, obligó a Zhúkov a informarle a los representantes alemanes que de no capitular incondicionalmente, las fuerzas armadas soviéticas retomarían la ofensiva hasta el final. La propuesta fue rechazada por lo cual, las unidades soviéticas reiniciaron el fuego contra los remanentes del ejército alemán que se refugiaban en algunos edificios del centro de la ciudad. Mientras tanto, se tomaron estrictas medidas para evitar la fuga de la ciudad de los principales jerarcas nazis, algunos de los cuales comenzaron a entregarse al mando soviético conminando a las tropas a cesar toda resistencia y rendirse.

El 7 de mayo hubo todavía un intento de Estados Unidos e Inglaterra de arrebatarle la victoria y la lógica que de ella emanaba a la Unión Soviética. En la ciudad francesa de Reims, el general alemán Alfred Jodl firmó una capitulación ante Estados Unidos. Esta fecha es considerada por Occidente como la del fin de lo que ellos llaman la segunda guerra mundial.

Ante este hecho, la respuesta de Stalin fue contundente: rechazó una capitulación en la que no estuvieran todos los aliados y objetó que la misma no se hubiera firmado en Berlín capital del imperio nazi. Esta decisión fue informada a los aliados quienes aceptaron las demandas del líder soviético.

El 8 de mayo fueron convocados en Berlín los representantes plenipotenciarios de todos los países que formaron la alianza anti hitleriana. Así mismo, arribaron escoltados por oficiales ingleses los altos oficiales alemanes general Wilhelm Keitel, almirante Hans-Georg Friedeburg y general de aviación Hans-Jürgen Stumpff, comisionados para firmar la capitulación de Alemania.

De izquierda a derecha, los militares Stumpff, Keitel y
Friedeburg. (Deutsches Historisches Museum)

En un sencillo edificio de Karlshorst, en la parte oriental de Berlín, a las 12 de la noche, ante las banderas de la Unión Soviética, Estados Unidos, Inglaterra y Francia dio inicio el acto de firma de la capitulación de Alemania. El Mariscal Zhúkov pronunció las palabras inaugurales: ”Nosotros representantes del Mando Supremo de las Fuerzas Armadas Soviéticas y del Mando Supremo de las tropas aliadas hemos sido facultados por los gobiernos de la coalición anti hitleriana para aceptar del Mando militar alemán la capitulación incondicional de Alemania”. A continuación ordenó invitar a la sala a los representes del Alto Mando alemán.

En un silencio sepulcral, derrotados y cabizbajos entraron sucesivamente al salón, Keitel, Stumpff y von Friedeburg. Dirigiéndose a ellos, Zhúkov les preguntó: ¿Tienen ustedes el acta de capitulación incondicional de Alemania, la han estudiado y tienen poderes para firmar esta acta? Ante la respuesta positiva de Keitel, Zhúkov le propuso a la delegación alemana acercarse a la mesa y firmarla.

Eran las 00.43 horas del 9 de mayo de 1945. La victoria de la Unión Soviética en la Gran Guerra Patria se había consumado.

sergioro07.blogspot.com

jueves, 1 de mayo de 2025

En conmemoración del 50 aniversario de la derrota del imperialismo en Vietnam

 


Tras la derrota del colonialismo francés en Dien Bien Phu en 1954, Francia tuvo que desalojar el norte del país, no obstante, aunque  el pueblo vietnamita había obtenido una gran victoria, el país quedó dividido. No fue posible liberar a todo el territorio en ese momento. Esta situación dio inicio a una nueva etapa de la revolución vietnamita. El Partido Comunista de Vietnam (PCV) se vio obligado simultáneamente a iniciar la construcción socialista en el norte a fin de que este sirviera de sólida retaguardia para las luchas que se avecinaban y la revolución democrática popular contra el dominio neocolonial en el sur.

En esta situación comenzaron las maniobras del imperialismo estadounidense, quien en el pasado ya había apoyado al colonialismo francés, pero ante el fracaso de este, se propuso boicotear los Acuerdos de Ginebra e impedir la reunificación del país. Estados Unidos esgrimió –en el marco de la guerra fría- razones ideológicas. Según Washington debían impedir la expansión del comunismo en el sureste de Asia. En esa medida, recurrieron a razones de seguridad nacional para justificar su intervención en Vietnam.

En el cumplimiento de sus objetivos, dieron total apoyo a un gobierno títere al que le otorgaron todo tipo de sustento económico, político, militar y diplomático. El designado fue Ngo Dinh Diem, un terrateniente que formó un gobierno “nacionalista” en el sur. Paralelamente Estados Unidos empezó a jugar un papel más activo y directo en toda la región. Diem estableció un gobierno altamente represivo y brutal. En 1956 el PCV orientó la preservación de la organización en el sur mientras se superaba esta etapa y en 1959 se planteó liberar al sur de la dominación imperialista y feudal.

lunes, 21 de abril de 2025

Sucesión papal, ¿continuidad o regresión conservadora?

 


Aunque sea duro decirlo, el Papa Francisco se estaba preparando desde hace mucho tiempo para su fallecimiento. No lo tomó por sorpresa. Su salud se venía quebrantando paulatinamente y a pesar de su gran esfuerzo, constancia y perseverancia, se tuvo que rendir a lo inevitable. En los últimos meses se propuso hacer algunas transformaciones que no quería dejar truncas. En el contexto, en el Vaticano daba inicio una brutal “guerra” por la sucesión. Como dice, Jaime Escobar Martínez, director de la revista chilena “Reflexión y Liberación” tal vez el más destacado vaticanólogo latinoamericano, “Cuando un Papa está muy enfermo, ingresamos en territorio desconocido e incierto”.

Autorizado por Escobar y tras una conversación sostenida con él hace dos meses, tomamos los elementos principales de su análisis sobre la sucesión papal. Afirma que la enfermedad de Francisco y su debilitamiento físico, aceleraron desde hace meses los debates internos del Vaticano en torno a su sucesión. Así, se comenzó a vivir un tiempo de Pre Cónclave, de lo cual no había porque sorprenderse toda vez que es una tradición centenaria que cuando se deteriora la salud del Pontífice, se comienzan a realizar movimientos cardenalicios para buscar un sucesor ideal para la Iglesia.

En este año 2025, el mundo está enfrentando una difícil coyuntura política, económica y social, además de guerras y el auge de un conservadurismo que parecía superado a inicios del siglo XXI. En esta turbulenta coyuntura global fue normal escuchar en variados círculos vaticanos que no pocos cardenales habían iniciado consultas internas para examinar nombres disponibles para nominar un nuevo Papa durante el próximo cónclave.

Los procesos internos en la Curia romana son lentos y poco visibles. Cada acción, normas o iniciativas de conducción y poder son estudiadas sin apuro. Para el Colegio Cardenalicio se trataba de no llegar desprevenido o desinformado para las votaciones. Todos los electores coincidían en que había llegado el tiempo de discutir acerca de nuevas líneas pastorales, diplomáticas y de acción de la Iglesia Católica para estos complejos nuevos tiempos.

sábado, 19 de abril de 2025

La guerra [integral] de Estados Unidos contra China (I)

 


Tal vez muchas personas piensen que el conflicto entre Estados Unidos y China es reciente y que su caracterización como “guerra comercial”, permite explicar la esencia del mismo, pero ni lo uno ni lo otro es real. Exaltar esta confrontación en el marco de esas dos particularidades lleva a errores de análisis y, en esa medida, falencias en la comprensión del fenómeno y conclusiones equivocadas sobre el mismo.

Aunque formalmente la mal llamada “guerra comercial” de Estados Unidos contra China fue desatada por el presidente Trump en marzo de 2018, los antecedentes de la misma se pueden descubrir en fecha tan lejana como 1992 durante el gobierno de George Bush padre. Como casi siempre ocurre, tras los aparentes objetivos que encara una acción de política internacional de Estados Unidos, se ocultan otros que develan el verdadero trasfondo del asunto.


Los dos viajes realizados por Henry Kissinger a China en 1971 y el del presidente Richard Nixon en 1972 allanaron el camino para el establecimiento de relaciones entre los dos países. En la práctica, se trataba de una alianza en contra de un enemigo común: la Unión Soviética.

Todo marchó bien, las relaciones bilaterales crecían y el intercambio comercial mucho más hasta que en diciembre de 1991 la disolución de la Unión Soviética puso fin a la guerra fría y al mundo bipolar y el planeta entró en una caótica etapa de indefiniciones que llegó a su término en septiembre de 2001, cuando tras los ataques terroristas en Estados Unidos, el presidente Bush aprovechó las circunstancias para proponerse construir un sistema internacional unipolar bajo égida estadounidense. La luna de miel entre las dos potencias llegó a su fin, cada una comenzó a buscar acomodo en la nueva situación creada.

Después del 11 de septiembre de 2001 se produjo una redefinición de objetivos de política exterior de Estados Unidos que ahora se agrupaban en torno al eje de lucha contra el terrorismo que había instaurado el presidente George W. Bush. A partir de ello, Washington se propuso combatir los grupos terroristas, aislar a los llamados “Estados canallas” y establecer gobiernos leales en Asia Occidental. Eso significó un re direccionamiento de la asignación de recursos financieros destinados al gasto militar para cumplir estas metas.

jueves, 10 de abril de 2025

No es solo una guerra comercial…y apenas está comenzando

 


No conocemos el impacto que habrá causado en los habitantes de las islas Heard y McDonald la imposición de 10% de aranceles a sus exportaciones por parte de la administración Trump. Lo más probable es que nunca lo sepamos, porque la población de esos territorios está compuesta sólo de pingüinos, focas, tortugas y aves marinas. Hace más de diez años desde la última vez que un humano pisó tales islotes rocosos de 412 Km² ubicadas a medio camino entre Australia y África, cuya actividad económica sustentada en la producción de aceite de elefante marino y cazas de focas, finalizó en 1877.

Esta decisión nos permite -de alguna manera- comprender la dimensión de las recientes medidas tomadas por Estados Unidos a fin de desatar una “guerra comercial” contra el mundo, que supone una verdadera hecatombe sistémica cuyas consecuencias todavía están por verse. No parece fácil hacer ese ejercicio, avezados economistas hablan de “fin de la globalización”, “catástrofe sistémica” o “destrozo del sistema de comercio mundial por una falacia económica básica” según afirma el reconocido profesor de economía de la Universidad de Columbia Jeffrey Sachs quien asegura que Trump afirma erróneamente que el déficit comercial de Estados Unidos se debe a que el resto del mundo lo ha estafado.

Otra opinión autorizada, la de la Asociación Económica Estadounidense señala que “ la fórmula usada para fijar los aranceles, publicada por la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos tiene un error y carece de lógica económica”, asegurando que “el cálculo de los aranceles no tiene respaldo ni en la teoría económica ni en el marco legal del comercio internacional”. Esta prestigiosa institución considera que si se corrigieran los errores de cálculo, se podría impulsar la economía del país, favoreciendo la liberalización del comercio y reduciendo el riesgo de una posible recesión.

De manera que las acciones de Trump no tienen sustento teórico ni siquiera en la doctrina económica del capitalismo. No obstante, tampoco se trata de hacer una simplificación diciendo que lo que está ocurriendo es una total locura. No lo creo, no creo que el mundo esté sufriendo un fuerte colapso sistémico motivado en una disfunción siquiátrica del jefe de la administración del país más poderoso del planeta.

viernes, 21 de marzo de 2025

Gran Guerra Patria de la Unión Soviética. Preparando la batalla final (II)



En la entrega anterior habíamos quedado en los días finales de enero de 1945 cuando la vanguardia de las tropas soviéticas forzaron el Río Oder que marca la frontera estatal entre Polonia y Alemania ocupando una cabeza de puente a 490 Km. al oeste de Varsovia y a poco menos de 100 Km. de Berlín.

Al cruzar el río Oder, el ejército rojo ocupó la ciudad de Kienitz, primera urbe capturada por las fuerzas armadas soviéticas en territorio alemán. La sorpresa para las tropas nazis fue total. Al entrar en la ciudad, los soldados soviéticos se encontraron con que los alemanes se paseaban tranquilamente, los restaurantes estaban llenos de miembros de la Wehrmacht y los trenes funcionaban sin contratiempos.

Tras recuperarse del asombro, el 2 de febrero, los alemanes realizaron una fuerte ofensiva para tratar de desalojar al destacamento soviético de la cabeza de puente conquistada al oeste del Oder. Fue infructuoso, a pesar que en el transcurso del combate se creó una situación altamente peligrosa por la irrupción de los tanques nazis en las posiciones de fuego de la artillería soviética, el heroísmo de los soldados y oficiales impidieron el éxito del enemigo.

Con el transcurrir de los días, la cabeza de puente se fue ensanchando con la llegada de nuevos destacamentos, pero, en simultáneo se producían constantes intentos de los alemanes por desalojarlos del terreno conquistado, los combates duraron varios días, los resultados eran ambivalentes: ambas fuerzas avanzaban y retrocedían. Sin embargo, al final, las tropas soviéticas se impusieron, la cabeza de puente fue ampliada creando las condiciones para que el 1er. Frente de Bielorrusia, consolidado en el terreno, comenzara a preparar las operaciones que condujeran al ejército rojo a la toma de Berlín.